Que nos hacen subir tan alto y caer tan
estrepitosamente al mundo real





martes, 28 de diciembre de 2010

Sin duda merezco algo mejor

Eres tan dura como la piedra de mi mechero, me asaltan dudas de si te quiero. Y eres tan fría como el agua que baja libre de la montaña

Levanté la vista de mi vaso y lo miré fijamente a los ojos. Él me mostró esa media sonrisa suya que tanto me gustaba. Pero yo esta vez no se la devolví.

Aprovechando una canción de Melendi, me había descrito a la perfección. Sí, desde que estaba con él, se me había agriado el carácter, mas aún de lo que ya lo tenía. Estar con él me había costado demasiados disgustos, con mis padres, mi familia, mis amigos... y todo para que él me tratase como lo hacía. TODO para NADA.
En ese preciso instante me di cuenta.  Durante todos estos meses yo le había entregado todo el amor que tenía, todo el que jamás entregué a nadie, y sólo había sido para él un simple juguete: cuando me quería, ahí estaba yo; cuando se cansaba sólo tenía que desaparecer durante unos días, sabía que yo seguiría esperándolo. Después de todo, yo no era más que una chiquilla, una niñata.
Y ahora encima, me echaba en cara mi carácter, que no era más que consecuencia suya.
¿Cómo había podido ser yo tan ingenua? Me merecía mucho más.

Continué mirándole a los ojos, el continuó sonriéndome, aunque se dio cuenta de que algo no marchaba bien. Esta vez también yo esbocé una pequeña sonrisa, dejé mi vaso sobre la mesita del bar y me incliné hasta que pude oler su aliento a tabaco. Y siguiendo su juego, le respondí:

Con lo que me cuesta querer sólo a ratos mejor no te quiero, será más barato

Me levanté y me fui, sin volver la vista, mientras las lágrimas se me derramaban por la cara, porque lo que realmente me hubiese gustado decirle hubiese sido le pido al cielo que sepa comprender estos ataques de celos que me entran si yo no te vuelvo a ver, y haberle comido la boca a besos, como todos esos días anteriores.

Aunque pensándolo bien, esa canción también tenía palabras de consuelo para mi: porque el tiempo todo lo cura, porque un clavo saca otro clavo.



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